Desde que se hizo público el acuerdo entre la SCD y el Gobierno [1] [2] [3] (el acuerdo lo selló el ministro Secretario General de la Presidencia [4] ), que como pueden ver en el link 4 el acuerdo no era tan secreto porque la misma SCD lo destapó (ahora, que algunos el el gobierno puedan haberlo negado no tiene precio) hemos visto reacciones de sorpresa, espanto, y un poco de vergüenza por la forma en que se hace política en nuestro país. También hemos podido observar como, extremando argumentos, podríamos llegar a consecuencias catastróficas y entrar a la oscuridad total en materia de Derechos de Autor. Pero lo que no parece estar tan claro es que hoy en día la situación no es mejor en nuestro país.
Así como oyen, y como pueden ver en un par de videos [5], [6] que elaboré, hoy en día la realidad -nuevas tecnologías mediante- sobrepasa por mucho una legislación que se quedó en el pasado. El discutido proyecto de Ley [7], como dice en su mensaje, junto con incorporar el TLC con los Estados Unidos a nuestro Derecho de Autor, pretendía en sus inicios equilibrar la balanza entre una legislación obsoleta, y que crecientemente ha aumentado el rango, plazos y condenas en materia de derecho de autor, y los intereses públicos en juego, que no son menores.
Como ejemplo de lo anteriormente dicho: en promedio desde el año 1970, cada 10 años el plazo de protección sube 15 años, lo que convierte al interés público en un burro persiguiendo una zanahoria colgada delante suyo.
La Propiedad Intelectual es una herramienta que tiene el Estado para estimular que se genere más y mejor creación cultural e innovación, y ese fin es que debemos cautelar. No se trata de andar buscando por todos lados ingresos a los creadores o artistas, ni de asegurarle la vida a una industria que finalmente lucra con los derechos de autor más que los creadores, acerca de nuestra . Pero decir no al proyecto de Ley significa quedar como antes, y eso significa solamente más incertidumbre y más poder a los titulares de derechos.
El interés público en la discusión se ve reflejado en variados tópicos, y no se reduce ni a un canon, ni a la ley nos trata como delincuentes: se trata de permitir nuestro desarrollo cultural fuera del control de organismos, empresas o gobierno, y en general, de permitirnos el acceso y difusión de la cultura, sin tener por ello que afectar los legítimos intereses de creadores y titulares de derecho, es decir, la explotación comercial de sus obras.
La tarea que nos espera no es echar abajo un ministerio, ni un gobierno, ni siquiera este proyecto de Ley. No se trata solamente de escandalizarse y decirle que no al proyecto de algunos. Es más efectivo y simple: consiste en decir que sí a una nueva Ley de Propiedad Intelectual, pero una ley ciudadana y que garantice un trato justo para todos*. Asumamos ese rol con la mayor de las responsabilidades y la mayor de las esperanzas en cambiar el mundo, aunque sea de a poquito.
